“Antes, como policía, ganaba 270 dólares al mes. Ahora, con el combustible, puedo sacar hasta 50.000”
“Mira”, dice, “yo sé que esto está mal, pero la necesidad… Si viviera en una comunidad de pescadores, fuera yo pescador”. Te puedes ir a vivir al mar… “Pues sí, pero el dinero es muy… Vaya, ver dinero es muy adictivo. Compras todo con dinero, todo”.
El señor no quiere que aparezca su nombre por razones obvias, ni el de su pueblo, ni detalle alguno que pueda identificarlo. Tiene dos camiones y ocho depósitos portátiles con capacidad para 8.000 litros de combustible. Roba gasolina de un ducto de PEMEX: trabaja o tiene trato con la banda de El Buchanan’s,. Emplea a cuatro halcones y dos choferes cada vez que va a “cargar combustible”. Y todo eso, dice, en apenas tres años.
“Antes ganaba 2.700 pesos —135 dólares— a la quincena, ahora puedo sacar hasta 250.000 —12.500 dólares— a la semana”.
El jefe de policía habla muy rápido. Antaño funcionario de juzgado y agente del ministerio público, cuenta que el problema del robo de combustible se ha descontrolado. No por la cantidad de gasolina robada, que también, sino por la agresividad de los huachicoleros.
“Inició con poca gente. El problema es que cuando algo inicia, si no lo combates, tiende a desarrollarse. Y eso sucedió”,
Cuenta el jefe de policía, que accede a la plática a cambio de no revelar su identidad. Ambas conversaciones, la del jefe y la del señor; uno y otro apenas separados por unos kilómetros.
“Al principio las policías municipales hacíamos contrapeso. Decomisábamos lo que podíamos y no había tanta oposición de la gente. Al contrario, te avisaban de que algo pasaba, ‘oye hay un coche aquí sospechoso’. Pero se empezaron a organizar también ellos. Y nos abandona el Gobierno federal. De modo que ahora, si entras, se hace un relajo”. O sea, que en vez de arrugarse, les enfrentan. Por eso, dice el jefe, “ya no le entramos”.