El cielo se volvió gris como si recordara aquel fatídica fecha.

El panorama volvió a tornarse gris, Saltillo, como hace 45 años, lució triste por la lluvia ligera que cubrió la ciudad.

Como si el cielo recordara aquella noche del 5 de octubre de 1972, cuando un tren que venía de Real de Catorce, se descarriló en puente Moreno.

Más de 300 personas fallecieron, adultos, ancianos y niños fueron sacados de entre los fierros retorcidos, luego de que el tren en el que viajaban, después de celebrar a san Francisco de Asís, descarriló.

Hoy sólo quedan unas cuantas cruces cerca del lugar del accidente, aunque la herida sigue abierta, ya que el hecho conmovió al estado y al país, una de las más grandes tragedias en México.

Como hace 45 años, se volvió a ver una máquina en el sitio del accidente.

El semáforo en rojo detenía su paso, mientras el rugido del motor alteraba a los perros que ladraban al ver a la mole de acero.

Hay quienes dicen que por las noches se escucha el lamento de los fallecidos, el eco del metal crujiendo se alojó en los barrancos y rincones de algunas de las ruinas, quienes habitan cerca mencionan que han visto el fantasma de esas personas.

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Relatos

Estas voces y sombras se ocultan durante el día, sólo se escucha el sonido del viento que juega con las hojas de los árboles y el andar de gente que pasa por el lugar, a pie o a caballo, remueve las piedras del sitio por donde aquel trágico día corrió sangre.

Son pocas las casas de adobe que siguen en pie cerca del lugar, jamás han vuelto a ver tanta gente como aquella noche, en la que el ir y venir de personas tratando de ayudar a los accidentados y el llanto de las sirenas de las ambulancia desgarraban el cielo.

Las tumbas simulan un pequeño cementerio,las cruces donde quedaron grabados los nombres de aquellos fallecidos.

Lucen coloridas, apenas hace unos días, familiares acudieron a dejar flores, ofreciendo una misa y danza para recordar su tragedia.

El color de los globos en los que se dibuja una sonrisa, contrasta con el triste gris del día.

Esto deja en entredicho que tal vez no todo es tragedia, aún se recuerda con algo de alegría a aquellos peregrinos que murieron a consecuencia del accidente y que se niegan a desaparecer de la mente de los saltillenses.

La nostalgia envuelve a los saltillenses, sobre todo a quienes estuvieron el día del accidente, que ayudaron a rescatar a personas de debajo de los vagones, que recuerdan aquel suceso, como la tragedia más grande que se ha vivido la capital del estado.

La niña murió en mis brazos

“A esa niña yo la rescate viva de uno de los vagones, y cuando la llevaba a una de las ambulancias, murió en mis brazos”.

Antonio relata su historia, entonces tenía 19 años, hoy tiene 64, esa noche fue de los primeros en llegar.

“Nos encontrábamos en una reunión, en la calle Obregón, pudimos percatarnos de que venía una persona corriendo por Obregón hacia el norte, y la persona nos decía que se había caído el tren de los peregrinos”.

Abordamos una camioneta, tomamos toda la de Obregón al sur, y por un camino llegamos hasta el lugar y fue ahí donde nos dimos cuenta del tamaño de la tragedia que había sucedido ahí en el puente Moreno, a donde llegaron muy rápido lugareños y estudiantes de la Narro”.

“Fue algo que marcó mi vida, así como la de muchos saltillenses, que perdieron familiares, amigos, vecinos, conocidos”, dice De la Cruz Rodríguez, quien hoy combina ser reportero de Deportes, con sus tareas como empleado administrativo en una facultad de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Aún estás a tiempo de ayudar a los damnificados de los temblores, ve cómo