Una de las características más reveladoras de este artista es su faceta de escultor. En este rubro se ha destacado, entre otras cosas, por el uso persistente de las extremidades del cuerpo humano (manos, ojos y pies) a las que ha convertido en enormes objetos de culto. Un ejemplo de los anterior, es su célebre Mano-silla, una pieza reconocida y admirada en todo el mundo.
La Mano- silla es una escultura, y también una original pieza de diseño. Pedro Friedeberg la creó en 1962, y aunque en un inicio fue una broma interna con un amigo, más tarde fue reconocida por el mismo André Bretón como una soberbia pieza superrealista. Pronto, los coleccionistas de arte de todo el mundo, empezaron a pedir este este singular mueble y el concepto se empezó a hacer famoso en muchos lugares.
Con este inusual proyecto, Friedeberg se volvió el rey sin corona del arte mexicano y pronto conceptualizó su idea. Según comentó en una entrevista primero creó la mano derecha, y a esta pieza la título: Mano de Akhenatón en honor a un excéntrico faraón egipcio y años más tarde hizo la izquierda y la llamó la Mano de Baphomel por un demonio antiguo.
Esta escultura ha sido replicada en múltiples ocasiones, con algunas variaciones en su tamaño, color y material. Ahora, para el placer de los capitalinos la famosa Mano-silla está expuesta en la punta de un bello edificio ubicado en la calle Veracruz número 40 en la colonia Condesa.
De pronto, hay eventos de la ciudad que son imperdibles, y uno de ellos es la llegada de esta escultura al paisaje urbano de la capital mexicana. Una obra de arte que para verla, sólo hay que transitar por una calle.