El júbilo de las Chivas de Guadalajara se apaciguó de manera escalonada.
Encaraban el partido frente a los Tigres con el ímpetu de llevar a sus vitrinas lo que sería, según su anhelo, el tercer título de la temporada. Una proeza en México. Se trataba del renacido torneo Campeón de Campeones en el que se enfrentan los clubes ganadores de los torneos de liga en la temporada. El conjunto felino lo ganó, con un fuerte mordida traducida en un gol del chileno Eduardo Vargas. Un 1-0 para el festejo.
El rival de los rojiblancos era el mismo al que le arrebató la liga en mayo pasado, aunque en esta ocasión su plantel estaba limitado luego de que sus principales jugadores fueron requeridos en su selección. Orbelín, Pizarro, Pereira, fuera. El entrenador, Matías Almeyda, tuvo que mirar a los equipos juveniles para parchar a su equipo e intentar doblegar a Tigres. Tan pronto inició el partido, se lesionaron dos jugadores, Alanís y Vázquez. El esquema y la planificación se quebró.
Los de la Universidad Autónoma de Nuevo León empezaron a apalear al portero Rodolfo Cota con tiros lejanos. La suerte y los postes ayudaron a que el resultado final no fuera una goleada en el StubHub Center en Carson, California. La jugada del solitario gol germinó de un saque lateral rutinario que Gignac redirigió, con el talón, hacia Vargas. Nada por hacer ante eso.
Los chicos de Chivas intentaron abrirse paso, no obstante, su entusiasmo no fue suficiente para superar las barricadas defensivas contrarias. A ambos conjuntos les resta volver a sus guaridas y preparar los últimos detalles para el reinicio de la liga, aunque los Tigres han demostrado que su maquinaria está más que engrasada.
