¿Por qué Nueva York? ¿Cuándo volverá a ocurrir?
Una tarde en Times Square. Una multitud de diversas nacionalidades se pasea por esta plaza, una de las más famosas del mundo, rodeada de rascacielos con gigantescos carteles de neón.
El miedo de un atentado
El miedo de un nuevo 11 de septiembre como el de 2001, el más mortífero jamás cometido en Estados Unidos con casi 3.000 personas desaparecidas en el derribo de las Torres Gemelas.
García, hoy de 33 años, estaba en el liceo, en Brooklyn, cuando los aviones se estrellaron contra las torres. Los vio incendiarse y luego caer, y al suspenderse todo el transporte en la ciudad caminó hasta su casa ese día, como cientos de miles de neoyorquinos.
No puede dejar de pensar en ello cada vez que escucha una mención al tema en la televisión “y cada vez que escucho un avión zumbar por encima de mi cabeza”, dice. O esperando a su hermana en Times Square, “el cruce del mundo”, que parece el blanco ideal por encarnar la efervescencia de Nueva York.
[adsense]Rozando la catástrofe
En dos oportunidades estos últimos años Times Square se aproximó a la catástrofe. En mayo de 2010, la policía encontró un coche repleto de explosivos colocado allí para provocar una carnicería. El 18 de mayo pasado, un exmilitar estadounidense con problemas mentales atropelló con su coche a 23 peatones y mató a una joven turista estadounidense.
Diecieséis años después del 11 de septiembre, las crisis de angustia como la de García ya forman parte de la personalidad de los neoyorquinos.
Para quienes perdieron a un familiar o un amigo en la catástrofe, o quienes escaparon de ella por poco, la fecha aniversario puede ser “la más temida” del calendario y el síndrome post-traumático puede persistir por siempre.
Los neoyorquinos tienen miedos activos que se sitúan por debajo del umbral de conciencia, como el miedo de una bomba en el metro.
Muchos están convencidos de que aunque los atentados más recientes han tenido como blanco a Europa, la densidad poblacional de Nueva York torna a la ciudad en el blanco número uno.
Blanco No. 1
“¿Qué mejor blanco que Nueva York?”, se pregunta Tim Lambert, que trabaja, como en 2001, en el extremo sur de Manhattan, cerca del símbolo de la potencia estadounidense que era el World Trade Center.
Para este experto en informática, ese riesgo permanente y el impresionante despliegue policial que lo acompaña son ahora parte integrante del ambiente.
Las autoridades de la ciudad de 8,5 millones de habitantes también parecen vivir bajo el temor de un nuevo ataque.
“Gracias a Dios no es un acto de terrorismo, sino un incidente aislado”, dijo a fines de junio el alcalde Bill de Blasio, cuando un exempleado de un hospital de Bronx entró al lugar, mató a una persona e hirió a otras seis.
Dar el ejemplo
Las cámaras de vigilancia están por todos lados. La consigna “si ven algo, digan algo” es recordada en todo momento. Hay policías uniformados en todos los lugares públicos. Nueva York, con sus 38.000 agentes, invierte en su propia seguridad.
La ciudad se dotó desde 2001 de su propia unidad antiterrorista. Esta unidad hoy cuenta con unos 2.000 integrantes y con emisarios en varias capitales extranjeras.
Y han existido abusos. Durante un tiempo, la policía vigiló de manera sistemática a todas las personas que frecuentaban las mezquitas de la ciudad.
La capital financiera estadounidense también quiere ser un modelo en el homenaje a las víctimas. Monique Mol, una turista holandesa de 52 años, vino hasta aquí a reflexionar. “Es un memorial a las víctimas de atentados del mundo entero”, señala.
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