Originarios del continente americano, estos lindos pajaritos son los pájaros más pequeños que existen.

Los más grandes solo miden unos 25 cm. Su aleteo es de 80 veces por segundo. La mayoría de los colibríes presenta un colorido plumaje. Y además son los protagonistas de una de las leyendas más bonitas de la historia maya.

Siempre se dijo que nunca trates de atrapar a un colibrí. Sólo alégrate y déjalo seguir su camino. La leyenda cuenta que cuando crearon la Tierra y todo lo que hay en ella, los dioses mayas le dieron una misión a cada animal, cada árbol y cada piedra. Al terminar, se dieron cuenta de que a nadie le habían asignado la tarea de llevar los deseos y pensamientos de un lugar a otro.

Como se había terminado ya el barro y el maíz , no tenían como crear a otro animal. Así que tomaron una piedra de jade y tallaron una flecha. Una flecha tan pequeña que cuando estuvo lista, soplaron y salió volando. Así nació el colibrí.

El resultado del soplido divino, fue un lindo pajarito, con el reflejo de todos los colores en sus alas. Era ligero y frágil, pero veloz y precioso, lo cual le permitía acercarse a las flores más delicadas sin mover ni un solo pétalo. Los hombres quedaron encantados por su belleza, y quisieron atraparlo para tener su plumaje como adorno. Lo que hizo enojar a los dioses, amenazando con castigar a aquel que los atrapara.

De ahí, que los colibríes siguen siendo un ave que nadie se atreve a encerrar en una jaula. 

También se dice que si te encuentras con un colibrí, es porque alguien te ha mandado amor y buenos deseos. Aunque también podría aparecerse para advertirte si alguien te está deseando el mal.

Lo más peculiar de la leyenda, es que afirma que si un colibrí vuela sobre tu cabeza, es porque está tomando tu deseo para hacerlo realidad. Así que siempre que veas a un colibrí, intenta enviar buenas energías. Para los mayas, es el mensajero, es el que transportara sus pensamientos y deseos de un lugar a otro.