Gracias a decreto presidencial regresa la semilla criolla
El campo en México está de fiesta, el pasado 31 de diciembre se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto para que el maíz Genéticamente Modificado (GM) no sea cultivado más en nuestra tierra.
Con respecto a la fumigación con glifosato, se consideran una serie de lineamientos para que en 2024 ya no se use el herbicida de amplio espectro y producto emblema de la multinacional Monsanto, ahora propiedad de Bayer.
Transgénicos, enemigos de la salud
Muchas son las investigaciones que sostienen que el uso de este tipo de semillas y los químicos del glifosato ocasionan daños a la salud de los seres humanos y al medioambiental.
Uno de los daños medioambientales de su uso es el peligro que corren las especies nativas de México al verse afectada la diversidad. Y es que el maíz, una de las semillas más alterada por este tipo de semillas, es base de nuestra gastronomía.
El maíz, como también lo son el chile, el frijol, la calabaza, la vainilla, el algodón, el aguacate, el cacao y el amaranto, se vinculan con una forma de vida al ser una visión ecológica que preservará la biodiversidad y la agrobiodiversidad forjada en manos campesinas desde hace milenios, dando la oportunidad de gozar de un medio ambiente sano y un sistema agroalimentario verde y justo.
Además de ser base para proteger el medio ambiente, al aprovecharse de inicio a fin: el frijol, la calabaza, los quelites y el maíz, entre otras cosas, se usan para comida; parte de las semillas se usan para sembrar la siguiente temporada; las hojas de maíz (totomoxtle y tamalizhuatl, en náhuatl) se usan para hacer tamales; el rastrojo se usa para alimentar animales, y así, la lista continúa.
Hay un equilibrio entre el cuerpo y el medioambiente, porque se usan técnicas agrícolas sostenibles y ecológicas milenarias.